El barrio del Realejo tiene lugares recónditos y escondidos de una belleza increíble. Hay calles empinadas, estrechas, calles humildes y muchas tapias tras las que se esconden cármenes maravillosos.
En esta visita que hice a una de sus callejuelas (con mil perspectivas) me enamoré de ese pilar que hay junto al carmen del Maurón y que aquí se ve al fondo.
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